Penelope Disco: la sala
Cuando Penélope abrió sus puertas en 1968 en lo que entonces era un pequeño pueblo pesquero, nadie sabia cual iba a ser el futuro, tanto para la discoteca como para la ahora ciudad. Se puede decir que Benidorm y Penélope crecieron de la mano y no puedes imaginar una cosa sin la otra.
Situada en la zona de ocio de Benidorm (Avenida Comunidad Valenciana, 120), Penélope se caracteriza por el estilo mediterráneo de su estructura en la que se pueden diferenciar varias zonas: la SALA PRINCIPAL INTERIOR, donde tienen lugar los CONCIERTOS y las fiestas posteriores, con 25.000 W de sonido, proyecciones y decoración funtástica, una SEGUNDA SALA INTERIOR, que estará abierta durante los conciertos por si quereis pegaros unos BAILOTEOS con el club invitado de este año: los británicos de HIPSVILLE A GO GO! y su temática Zombie, y por último, la TERRAZA que ha sido totalmente remodelada y mejorada, conservando sus mágicos recovecos y se le ha añadido un SEGUNDO ESCENARIO para conciertos y pinchadas. Y no podemos olvidarnos de la fabulosa PISCINA con paredes de cristal en la que los más valientes pueden darse un chapuzón. En la terraza, además de BAILAR con los DJs, podreis COMER algo o compraros chucherías como ropa, discos y otras maravillas, pues vuelve el DRACULA MARKET, o simplemente RELAJAROS en sus cómodos SOFÁS. LOS TRES ESPACIOS, con sus BARRAS correspondientes, ESTARÁN ABIERTOS A LA VEZ, así que no teneis opción de aburriros.
No podemos presentaros esta discoteca sin hablaros de su logotipo: la enigmática silueta de una joven de aspecto bohemio, de larga melena lacia que le cubre media cara con su pamela estratégicamente ladeada, se ha convertido en un icono y es raro que pase un dia sin que lo veamos en un coche, mechero o camiseta. (El diario El País dedicó en su contraportada un reportaje donde se mostraba un listado de las pegatinas más vendidas en España, donde la de Penélope ocupaba el segundo lugar, solamente superada por el famoso Toro de Osborne)
Su creación se remonta a 1968. En aquel momento, Paule Rosset, una artista francesa, se fijó en una guapa y atractiva chica llamada Mao, moderna y adelantada a su época, a la que retrató cuidadosamente destinándola a convertirse en un símbolo.